(- Crisis de reciente independencia: 1960- 30-40años)
(-Casi todas las sociedades han tenido guerras civiles)
(-Efecto de corrientes ideológicas foráneas originadas de la Guerra fria )
(- Una corriente ideológica se dispersó por Africa después del maltrato de los europeos sobre sus colonias .Esta corriente no creia en la propiedad privada(Marian Tupy) ni en el emprendimiento. Se centraba en el conjunto no en el individuo )
(- Deficiente gobernanza porque si no tienes personas educadas. Mayores posibilidades de no rendir cuentas .P.e extranjeros que no conocian el idioma y reclamaban de sus empleadores que eran engañados. Una minoría ? Pero acaso no es una minoría quien gobierna un pais ? Ellos deciden a quien dan el cupo cómo independiente )
(-Bajo nivel de educación en el 90 la población sólo tenia un 60% de alfabetismo. En latinoamérica con 90% se ha cambiado regularmente de constitución cómo razonamiento para resolver problemas )
(-Reportage alude un deficitario control de gestión educacional. La constitución menciona unidad, pero la entrevistada menciona que en los colegios habia una sobrecarga ideológica de enfrentamiento. Cómo en la misma difusión de medios )
(- Antecedentes previos : Habían cascos azules. Luego se retiraron. Y el representante del Organismo internacional no dió respuestas claras . Que iban a hacer un sumario. Se menciona a Francia también que no hizo lo suficiente. Esto nos retrotrae al Plan Morgenthau. De convertir a Alemania en un pais agrícola desindustrializarlo cómo si Alemania fue el origen de los problemas. ( Hay registros que Claus von Stauffenberg(Coronel, el valor que tiene intento de corrección no importando si son muchos), se intentó rendir pero habia que seguir adelante )
Cuando se produce una distancia importante entre ciudadano y poder politico deben verse dos realidades el factor humano y el factor económico( de ahi la importancia de lo que menciona el himno de Italia, antes estabamos divididos unamosnos bajo una misma bandera o el de Angola, un sólo pueblo, una sola nación, hermanados con la base cristiana todos en uno ). Por eso la importancia de estar pendiente del devenir de sus instituciones porque sino se produce una desertificación y la posterior huida del particulado por efectos del entorno
Desde un tiempo a ésta parte se ha estado actuando con la lógica que para reestablecer el orden no debe morir nadie. Omitiendo todas las muertes, sufrimiento y atraso provocado por un desorden público-insurrección-guerra civil. Los disuasivos por algo existen en la sociedad informarse-armarse)
En la región africana de los Grandes Lagos, en el corazón de un continente acostumbrado a sufrir, cuentan que África tiene forma de pistola y el Congo es el gatillo. Junto a ese gatillo, las tinieblas oscurecieron Ruanda en 1994. Durante tres meses, no hubo leyes ni compasión en el bello país de las mil colinas. Sólo el horror. 800.000 tutsis fueron exterminados, la gran mayoría a machetazos, a manos de sus compatriotas hutus, que tampoco tuvieron piedad con los propios miembros de su etnia que intentaron proteger a los desdichados. La sombra de ese horror alcanzó también a la ONU, que en una de sus actuaciones más bochornosas abandonó el país a su suerte y, cuando reaccionó, las fértiles tierras ruandesas ya estaban repletas de cadáveres. El genocidio de Ruanda está desde entonces en los libros de Historia como la página más negra de un continente desgraciadamente habituado a desangrarse.
El 6 de abril de 1994, hoy hace veinte años, dos misiles derribaron el avión del presidente ruandés, Juvenal Habyarimana, que viajaba con su homónimo de Burundi, Cyprien Ntaryamira, hutus ambos, desde Dar es Salam a Kigali. Dos décadas después, la autoría del atentado todavía no está clara. Pero los hutus extremistas de Ruanda dictaron sentencia ese mismo día: los culpables eran los tutsis, la etnia minoritaria del país (apenas un 15 por ciento de la población), contra la que clamaron venganza arrastrando a miles de hutus a una locura colectiva de asesinatos sin fin que terminó con el exterminio del 75 por ciento de los 1,3 millones de tutsis que vivían en Ruanda.
Tres meses antes, el responsable de la misión de la ONU en el país africano, Romeo Dallaire, había dado la voz de alarma al comprobar que los hutus más radicales se estaban armando con el objetivo de acometer el exterminio tutsi. Pero nadie hizo caso, para sonrojo de las Naciones Unidas.
El altavoz de la masacre fue la Radio de las Mil Colinas, que alentó a la población hutu a salir de sus casas para cazar «cucarachas» («inyenzi» en idioma kinyaruanda, el término con el que despectivamente se referían los hutus a los tutsis). Las milicias extremistas de los «interahamwe» (los que matan juntos) abrieron la veda de la caza del tutsi horas después del magnicidio presidencial, convirtiendo Ruanda en una gran matanza colectiva.
«Sinceramente, no puedo decirle a cuántos maté porque se me olvidaron muchos por el camino (....) No me han dejado huella en la memoria. Me pareció que no era nada del otro mundo; ni siquiera noté, mientras los mataba, nada que me convirtiera en asesino», contaba con frialdad Léopord, uno de los autores de la masacre, al corresponsal de «Libération» Jean Hatfeld en su estremecedor «Una temporada de machetes» (Anagrama, 2004). Testimonios como éste reflejan la sinrazón colectiva que arrastró a muchos hutus –poseídos de un irrefrenable resentimiento histórico contra sus compatriotras tutsis– a convertirse en asesinos sin piedad durante 100 días.
Occidente, mientras tanto, hacía las maletas. Se cerraron las embajadas y se evacuó al grueso del contingente de la ONU. Los «interahamwe» tenían vía libre para empuñar el «masu», el machete local, contra los tutsis. Y lo hicieron sin contemplaciones. Sólo unos días después de que los cascos azules dejaran el país, se asesinó a casi 5.000 tutsis que se habían refugiado en la iglesia católica de Nyamata, quizá la imagen más escalofriante del genocidio.
Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU fue consciente de la magnitud de las matanzas, en julio de 1994, el Frente Patriótico Ruandés (FPR), la guerrilla tutsi, ya se había hecho con el control de un país diezmado por el genocidio. Y los hutus sabían que había que huir. Casi dos millones de hutus caminaron hacia el exilio, la mayoría al vecino Zaire (hoy Congo), entre ellos numerosos autores de las matanzas que se confundieron con la multitud en los campos de refugiados. La respuesta tutsi llegó a finales de los 90 con la matanza de miles de hutus (100.000 según los cálculos más elevados). La ONU, abochornada por su mala conciencia, prefirió mirar para otro lado.
( Emo : )